La Cruda Navidad

Otra vez llega la Navidad a nuestros hogares. Momento de ilusiones, deseos, familia y recuerdos. Estas fechas serán muy especiales también para nosotros, porque disfrutaremos de las primeras Navidades en las que nuestro peque se entera ya un poco de lo que va el asunto y las esperamos con mucha ilusión.

Pero no nos podemos olvidar de los que sufren. La navidad no existirá para ellos, no tendrán calor ni mimos. El frío, el hielo, las puertas cerradas y las calles oscuras en nuestros pueblos no harán sino enseñarnos que nuestro calor es sólo un espejismo de la cruda Navidad.

Ellos estarán ahí fuera. Víctimas de una sociedad que va muy deprisa para mirarles a los ojos y sentir lo que sienten, y muy despacio para rebelarse ante las tradiciones mugrientas de lo más profundo de nuestra sociedad, oscuras y sucias, casi medievales.

Serán víctimas de gente sin alma, sin brillo en los ojos y sin capacidad para querer a un ser vivo, ni siquiera a ellos mismos. Personas que circulan muertas por dentro, zombies de campo, con escopeta o traílla en las manos, sangre en los pantalones y hielo en las entrañas.

Pero nosotros, y cada vez más personas, estaremos ahí:

Me gustaría comentar dos cuestiones que no se ven el en video. La primera de ellas es que cuando vimos a los dos galgos hermanos en el campo, aunque no se dejaban coger, rápidamente nos dimos cuenta de que uno de ellos era mucho más tímido. Todos nuestros esfuerzos se centraron en rescatar a ese, porque sabíamos que el otro se podría rescatar después con más garantías. El sábado por la tarde estuvimos en una ocasión a punto de coger al más tímido. Y en uno de los intentos, el otro, casi sin acercamiento previo, se me metió literalmente entre las piernas. Fue una decisión muy difícil, pero no pude dejarle, no me hubiera perdonado que al día siguiente hubiera aparecido atropellado o muerto. A pesar de que sabía que el realmente tímido quedaba más sólo y en peor situación, pero no pude hacerlo.

Desde entonces seguimos intentando salvar al hermano. El Domingo no quiso entrar en la jaula-trampa, pero esta semana lo seguiremos intentando. Le ponemos comida, agua, y mantas todos los días. Sabemos donde está, y si la suerte le acompaña a él y a nosotros, acabará cayendo y se podrá reencontrar con su hermano. No nos vamos a rendir.

Feliz Navidad

El guadiana y la traílla