Hace ya casi tres años que por motivos de trabajo tengo que viajar todas las semanas por tres regiones que representan a la España más rural y tradicional. Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía son las tres comunidades más amplias, menos pobladas y con menores índices de educación y riqueza de este país. También son las regiones donde está más arraigada la caza de liebre con galgo. En todo el sur de este país es muy fácil diferenciar cuales son los lugares donde se práctica la caza con galgo, solamente hay que fijarse en donde están los terrenos menos montañosos, donde están las grandes llanuras, las amplias zonas de cultivo de cereales, allí, en estos inmensos territorios es donde están los pueblos donde la caza de liebres y los galgos son una auténtica religión. Hace tiempo me dijeron que en algunos pueblos de la Mancha había más galgos que personas, que tontería pensé, eso es imposible, con el paso de los meses me he dado cuenta de que esa frase encerraba una triste realidad.
Monumento al galguero. Quintana de la Serena (Badajoz) |
El muro del silencio
Paseando por estos pueblos, el visitante normalmente no verá galgos en las casas o en las calles, a la vista de las personas que pasean. Los cazadores tienen sus perros en los patios y cuadras para ganado. No están a la vista de nadie y nadie los puede contar, o controlar. La mayoría de las veces los galgueros esconden a los perros porque tienen miedo de que los roben otros cazadores o delincuentes que comercian con galgos robados. Lo primero que nos podemos preguntar es ¿Cuándo salen a pasear todos estos galgos? ¿Cuándo ven la calle o el campo? Los que están en edad adecuada para cazar, de 1,5 a 4 años salen a entrenar atados a un coche, a una moto, o, en el mejor de los casos, a una bicicleta. Es común verlos atados con cuerdas de nylon directamente al cuello, sin collar ni identificación, con la mirada puesta en el infinito y las lenguas colgando de vuelta a su corral tras el recorrido de 5, 10 o 20 Km ., amarrados a un vehículo a motor. Para el resto: los cachorros, y los más mayores…el silencio es la respuesta.
También me he preguntado que pasa con aquellos que se ponen enfermos, aquellos que se lesionan, o aquellos que tienen problemas de comportamiento. En pueblos donde ni siquiera hay acceso cercano a un veterinario… el silencio es la respuesta.
Así podría seguir haciéndome preguntas y preguntas hasta que llegara a la que todos nos hacemos…¿Y que pasa con los que no valen para cazar?....Una vez más, el silencio es la respuesta.
En una ocasión le hablé a un galguero de Badajoz sobre la cría responsable. Le expliqué que lo lógico es que tuviera una cantidad de perros que pudiera mantener y tratar dignamente. Y que fueran buenos o malos galgos para la caza debería cuidarlos y disfrutar de ellos hasta el fin de sus días. Después de reírse de mí un buen rato, me dijo: ¡Los galgueros no funcionamos así! Cada año buscamos al mejor y así temporada a temporada, no nos cansamos, siempre queremos el mejor.
El culto y la admiración hacia los mejores galgos es tan importante como el desprecio, el olvido e incluso el odio de aquellos que no son buenos cazadores. El galgo pasa de ser un orgullo para su dueño cuando es buen cazador, a ser una pesada carga cuando no es apto para la caza o para la cría. Sencillamente, son como objetos que ya no tienen uso, como electrodomésticos estropeados. ¿Para qué quiero tener en casa una nevera que ya no enfría la comida? Si esto lo mezclas con estratos sociales y económicos que en algunos casos son muy bajos y con arraigadas y oscuras tradiciones…la tragedia está servida.
La solución final
El problema que muchos galgueros tienen en sus corrales cuando uno o varios “productos” ya no valen se soluciona de las formas que todos desgraciadamente conocemos. Para muchos de ellos el galgo malo no vale ni siquiera el esfuerzo de llevarlo a ningún sitio y mucho menos de pagar el precio de un sacrificio digno en una clínica veterinaria. Por eso, una pequeña parte de los desechados, de los que ya no sirven, acaban en la calle, a la vista de todo el mundo. Ahí se rompe el silencio. En ese momento se nos muestra el problema, se hace la luz en ese muro de silencio y oscuridad.
Hace poco paré a comer en un restaurante de carretera, en un pueblo cerca de la ciudad de Toledo, al salir vi en el parking una galga rebuscando bajo los cubos de basura. Intenté cogerla pero huía cuando me acercaba a menos de 5 metros . Cuando estaba sobre mis rodillas tirándole trozos de comida para ver si iba confiando en mí escuche a un hombre por detrás que me decía en tono amigable:
-¡Eh amigo! ¿Qué haces intentando coger a la galga?-. Me miraba con extrañeza.
-¿No ves que si la han dejado en la calle es porque no vale?-. Me dijo
No entraba en su cabeza que alguien pudiera querer para algo a un galgo que no vale para cazar. Para él, el galgo era lo mismo que la basura sobre la que intentaba comer.
Así, de forma continua y como parte del paisaje del sur de España he visto el deambular de estos pobres desgraciados, en una autopista, en las gasolineras, en los vertederos y en las calles de los pueblos. Tirados a cubos de basura, echados al río, atropellados o andando sin rumbo.
Galga Atropellada. Valdebótoa (Badajoz). Diciembre 2009 |
¿Hay lugar para la esperanza?
Si soy sincero, debo aceptar que la situación no mejorará a corto plazo. Las causas finales de esta tragedia se encuentran en el comportamiento arraigado de gentes que son poco propensas al cambio y a la evolución en sus costumbres. Además las administraciones locales no hacen nada por tratar de mejorar las condiciones de vida de estos animales, quizá sobrepasadas por el problema o por que también son muy resistentes a los cambios.
Por tanto, hemos de aceptar que la temporada de caza 2010-2011 que comienza el próximo Octubre será igual, o probablemente peor que la anterior. Con el país sumergido en una dura crisis económica, al final, los animales pagarán en muchos casos las deficiencias económicas de sus propietarios.
No obstante, al ver a la gente que se cruza conmigo y que ve lo mismo que yo, hay cosas que en ocasiones me sorprenden de forma positiva. En el mes de Julio apareció un galgo con una pata trasera rota en un terreno de frontera entre España y Portugal en las cercanías de Badajoz. Fue muy difícil de coger, pero finalmente se consiguió gracias a un grupo de personas que espontáneamente se preocuparon por el tema, esto hace unos años no hubiera ocurrido.
Estos días estoy intentando coger otro caso muy parecido. Es una galga joven que está abandonada en una gasolinera en una autopista en medio del campo en Llanos del Caudillo (Ciudad Real). Tiene una pata trasera rota y cuando la vi por primera vez estaba en un estado lamentable. Sin comida ni agua cerca y con unas condiciones climáticas muy duras, dependía exclusivamente de lo que le echaran de comer y beber los viajeros que pasaban por allí en el viaje desde Madrid a Andalucía. Es muy duro ver algo así y no poder ayudar al pobre animal porque no se deja coger. Además se da la circunstancia de que a mi no me es posible pasar por allí más de 1-2 veces por semana. Pensé que era un caso perdido, en medio de la nada y en el entorno más duro no sobreviviría muchos días.
En la misma gasolinera hay un hombre, una persona que está allí vendiendo frutas a los viajeros en un puesto ilegal. Esto es algo muy común en las carreteras del Sur de España. Por las características y la apariencia de este hombre pensé que no era una buena noticia para la pequeña galga, ya que, según pensaba, la intentaría echar de allí tirándole piedras o asustándola. Me fui a hablar con él para ver cual era su opinión y confirmar mis temores. Le pregunte por ella y le transmití mi preocupación porque tuviera comida y bebida en un lugar tan desolado.
-. No te preocupes-. Me dijo.
-. Yo le pongo comida todas las noches cuando se acerca un poco. Es muy miedosa, pero yo le pongo comida siempre-.
Galga en Llanos del Caudillo (Ciudad Real). Agosto 2010 |
El hombre pensaba en que la galga tuviera alimento. Me tuve que ir de allí triste por no haber podido cogerla, pero sorprendido porque hubiera alguien que se hubiera preocupado por ella. Desde entonces he vuelto varias veces y poco a poco se va acercando más. Nadie la ha intentado echar de allí de momento.
¿Será que algo está cambiando?
El Guadiana y la traílla
Agosto 2010
Como ya te habiamos comentado, "afortunadamente" aquí no nos toca vivir de cerca las penurias que pasan los pobres galgos, (solo lo sufrimos leyendo historias como la que acabas de contarnos), pero de lo que sí estoy seguro, es que se vé un ligero cambio en las futuras generaciones, y esa educación empieza desde que esos "hombres" son niños.
ResponderEliminarAlgo tendremos que cambiar.
"Desafortunadamente" a mi si me toca vivir de cerca todo esto que cuentas, ésto que describes, muestra una vez más, la realidad de una sociedad que hace daño, y no sólo a los animales, porque detrás de todo esto hay otra parte, un número de personas que luchan, cómo pueden, aportando fuerzas,tiempo,energía de su día a día, personas que no forman parte de esa forma de ver, de tratar, de comprender toda esa realidad de la que hablas, quizás a día de hoy, no seamos una mayoría, ni dispongamos de los medios necesarios para que las cosas cambien definitivamente, ni contemos con el apoyo de las administraciones, pero creo firmemente que la conciencia es contagiosa, me quedo con la esperanza, una vez más, de creer que con el esfuerzo y el cariño de personas como tú...se seguirán depositando las semillas del cambio, en aquellos lugares dónde más se necesita. Sigamos pues...! marciana
ResponderEliminarQue buen articulo!Explica muy bien la dura vergonzosa y cruel realidad del galgo en españa, esa que los galgueros niegan y las administraciones tambien....
ResponderEliminar